Los nuevos encargados de la educación no distinguen más que un tipo de organización social: la empresa capitalista. Y luego conciben la educación como una empresa. Las leyes educacionales de 1980 (posteriomente transformadas en la LOCE y luego LGE) son la codificación de esa idea. La columna vertebral del modelo, en el documento que hemos venido citando, es la noción de competitividad empresarial [#!GuzmanLarrain!#](ver recuadro).
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Hay sociedades que tienen sesgos elitistas en su educación, como Francia; hay otras que tienen un sector de la educación regida por el mercado, como Estados Unidos. La innovación de la Chilean Way en educación es la combinación de mercado y elitismo. El producto es óptimo: a los ``dueños'' del país, esas pocas familias que son dueñas del 90% de la riqueza, se les asegura educación de elite para sus hijos, y la formación de un grupo de funcionarios de calidad que mantenga sus negocios. A los empresarios, se les abre un nuevos espacios de inversión para sus capitales. Al resto, se les entrega una educación que los aleje de la política y la crítica social. Hay que reconocer que el mecanismo es ingenioso: distribuir la riqueza de todos para que a través de los vouchers llegue a las manos de unos pocos; y al mismo tiempo, mantener la segregación natural que esto producirá, como lo confesaba Lavín en 1987 (ver recuadro).
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