El juego llegó a Europa entre los años 700 y 900, a través de la conquista de España por el Islam, aunque también lo practicaban los vikingos y los Cruzados que regresaban de Tierra Santa. En las excavaciones de una sepultura vikinga hallada en la costa sur de Bretaña se encontró un juego de ajedrez, y en la región francesa de los Vosgos se descubrieron unas piezas del siglo X, de origen escandinavo, que respondían al modelo árabe tradicional. Durante la edad media España e Italia eran los países donde más se practicaba. Se jugaba de acuerdo con las normas árabes (descritas en diversos tratados de los que fue traductor y adaptador Alfonso X el Sabio), según las cuales la reina y el alfil son piezas relativamente débiles, que sólo pueden avanzar de casilla en casilla.
La era moderna del Ajedrez, sin embargo, puede ser ubicada en el siglo XV, donde las piezas obtuvieron la forma que tienen actualmente. El primer analista serio del juego fue el español Ruy López de Segura (Siglo XVI), quien en 1561 describió las reglas que aún se usan. El primer reglamento impreso fue publicado por Francois Philidor con el titulo Analyse du jue des echecs (1749), que fue traducido a muchos lenguajes y ayudo a la difusión del juego.
Durante los siglos XVI y XVII el ajedrez experimentó un
importante cambio, y la reina se convirtió en la pieza más
poderosa, en cuanto a su movimiento se refiere, del tablero. Fue entonces
cuando se permitió a los peones avanzar dos casillas en su primer
movimiento y se introdujeron la regla conocida como en passant ('al paso'),
que permite capturar el peón que sigue su marcha y no come la ficha
que se le ha ofrecido por una determinada estrategia, y el revolucionario
concepto del enroque. Los jugadores italianos comenzaron a dominar el juego,
arrebatándoles la supremacía a los españoles. Los
italianos, a su vez, fueron desbancados por los franceses y los ingleses
durante los siglo XVIII y XIX cuando el ajedrez, que había sido
hasta entonces el juego predilecto de la nobleza y la aristocracia, pasó
a los cafés y las universidades. El nivel del juego mejoró
entonces de manera notable. Comenzaron a organizarse partidas y torneos
con mayor frecuencia, y los jugadores más destacados crearon sus
propias escuelas.
La Leyenda de los granos de Trigo
Existe una leyenda que dice que hace mucho tiempo existió un
rey que era muy bueno, pero una vez luchando contra un reino enemigo perdió
a su hijo en una batalla, y por tal motivo se puso muy triste y se aisló
en su castillo reviviendo una y otra vez la batalla donde murió
su hijo, recreándola de muchas formas, y en ninguna podía
salvar a su hijo y a su reino al mismo tiempo. Un joven que sabia el dolor
que el rey sentía pidió una entrevista con el, luego de muchos
intentos logro que el rey le diera la entrevista, el joven mostró
al rey el juego del ajedrez y le enseño su similitud con una batalla
real. El rey que era un gran amante de los planes de guerra no tardo mucho
tiempo en entender el juego, el joven le enseño al rey como era
de importante sacrificar alguna pieza para lograr el partido (haciéndole
ver que el sacrificio que su hijo había hecho fue lo mejor para
el
reino). El rey comprendió su error y acepto la muerte de su
hijo, y le dijo al joven que le daría la recompensa que el pidiese,
el joven le pidió la siguiente recompensa por la primera casilla
del tablero quiero un grano de trigo, por la segunda casilla quiero 2 granos
de trigo, por la tercera casilla quiero 4 granos de trigo, por la cuarta
casilla quiero 8 granos de trigos y así sucesivamente por las demás
casillas, el rey ordeno que entregaran la recompensa inmediatamente y agrego
que era un pedido muy poco digno de su generosidad, los sabios del rey
al tratar de encontrar el numero que correspondía a la cantidad
de granos de trigo se dieron cuenta que era un numero muy grande de imaginar
en esos días. Así fue como el rey aprendió otra lección
a ser prudente y le pidió al joven se quedara en el castillo y trabajara
como uno de sus asesores...
Otra versión de la leyenda
Algunas referencias citan al joven que ayudó al rey como el
bramán Susa o Sissa (Susa Ben Dahir el Hidi, según los mejor
informados). Luego de lograr la fascinación del rey por tan noble
invento, el sabio bramán aprovechó la oportunidad para darle
una lección al soberano y pidió "solamente" un grano de trigo
por la promera casilla del tablero, dos por la segunda, cuatro por la tercera
y así sucesivamente. Por su puesto el rey accedió de inmediato
a tan "modesta" petición. Pero, efectuados los cálculos correspondientes,
recibió una mayúscula sorpresa : No podía pagar la
recompensa prometida puesto que la cantidad de granos a entregar equivalía
a cosechar toda la superficie terrestre cultivable (conocida en el día
de hoy!) durante más de 10 años !!
Casi todos los que relatan esta leyenda coinciden en el total
exacto: 18.446.744.073.709.551.615 (dieciocho trillones, cuatrocientos
cuarenta y seis mil setecientos cuarenta y cuatro billones, setenta y tres
mil setecientos nueve millones, quinientos cincuenta y un mil seiscientos
quince), lo cual se puede confirmar con un buen procesador matemático.
Fuentes :
Sitio Web Ajedrez.cl : www.ajedrez.cl
Libro "Ajedrez, Ajedrecistas y la vida". Raúl
Alvarado Díaz-Punta Arenas, CHILE. Ed. Atelí Ltda, 1995