Gloriosa Menfis (parte I)

El enlazante se presentó a la hora exacta, caminaba despacio y ligero; lucía un rostro relajado, ligeramente pálido. De semblante nulo, estaba a punto de caer en el trance autoinducido. Como colgando de sutiles hilos a punto de cortarse, aquel hombre de nombre Mark le Fabe entró a la cabina de conexión como lo llevaba haciendo él y sus dos compañeros de equipo en sus respectivos turnos todos los días desde que fueron trasladados a la base Andrómeda II, hace cinco años atrás.
La base era enorme y circundaba en órbita fija dentro de la constelación que le dió su nombre, allí vivían más de 500.000 personas en lo que podía llamarse una de las tantas ciudades espaciales de la Unión de Líderes Estelares; todos tenían plena libertad dentro de ella, menos los enlazantes; ellos debían vivir recluídos en una zona de la base y casi no mantenían contacto con la población, toda su vida de activos debían pasarla de sus habitaciones al habitáculo de conección y viceversa, y ésta vez era el turno de Mark. Dentro del habitáculo había un sillón semireclinado y muchos cables conectados entre sí listos para recibir la información que el enlazante canalizaría; Mark ya había llegado y depués de sentarse conectó pausadamente los 16 electrodos, algunos en su frente y la mayoría repartidos sobre su cabeza. Respiró hondo y apoyó sus brazos a los lados del sillón, metió sus dedos en unos agujeros especialmente diseñados; de esta forma el sistema le reconocería por sus huellas digitales y también le serviría para controlar sus signos vitales y la respuesta biológica frente al caudal de información. Inmediatamente los equipos de la cabina se encendieron y desde los lados de sillón salieron 8 delgados tubos que se incrustaron en los antebrazos del enlazante, directo a sus arterias, para dosificar las dosis de drogas que apresurarķan y estabilizarían su trance. Todo estaba listo; Mark parecía completamente inconciente, pero con los ojos abiertos, sus pupilas visiblemente dilatadas y la boca sin cerrar. A su lado en otra cabina, su compañero en iguales condiciones comenzaba a despertar, Su turno habia acabado; y en la sala contigua, igual a esta, dos enlazantes más se intecambiaban. Pero este día no era como los demás; aunque esta rutina se repetía continuamente cada 5 horas, la información que estaba por llegar en estos momentos era de vital importancia. Tanto así que un grupo de personas se reunió alrededor de la cabina para enterarse en el momento de la desición de la Unión de Lideres Estelares sobre el inminente conflicto entre las bases espaciales Centauro y Quásar. De no resolverse podría desatarse una guerra, y la única forma de informarse era a través de los enlazantes.
Aquellas especiales personas eran seres humanos con sobresalientes facultades psíquicas, especialmente reclutados y entrenados durante su infancia, que conectaban a través de sus mentes las diversas bases espaciales del universo y canalizaban la información recibida directamente a los archivos de los computadores respectivos. El motivo de su uso estaba fundado en la inmensa distancia que separaba una base de otra; en esta era la Unión ya había tomado poseción mediante estas bases de casi toda la vía lactea, y ahora pensaba en expandirse más lejos aún. El principal problema estaba dado por el siguiente motivo: cualquier señal enviada tecnológicamente para comunicarse, enviada incluso a la velocidad de la luz, tardaría años en llegar; hasta que se descubrió que era factible establecer contacto del tipo mental, y en forma casi instantánea. Y así la traba de la comunicación interespacial quedó resuelta.
Dentro de la cabina todo parecía marchar bien, la información de rutina fluía sin problemas, pronto llegaría la noticia que todos esperaban. De improviso el enlazante comenzó a gesticular, y luego a hablar; al principio frases inconexas y luego un monólogo absurdo salpicado de sonidos irreproducibles que nadie comprendía; pero esto no era causa de preocupación, los ingenieros de la base sabían que esto sucedía a veces cuando el caudal de información era muy intenso, o las ondas enviadas por el enlazante emisor en la otra base eran muy fuertes.
Pero poco a poco los presentes comenzaron a inquietarse, ya que el cuerpo de Mark parecía agitarse y temblar ligeramente; la conección no podía ser interrumpida, pues el enlazante podría morir; en todo caso en la sala contigua estaba ya conectado el enlazante de respaldo; pues por motivos de seguridad, toda transmisión debía ser recibida por lo menos por un par de ellos. En todo caso la pantalla virtual con los signos vitales de Mark no manifestaba ninguna anomalía. El proceso continuaba y todo pareció calmarse, y cuando los computadores recién comenzaban a recibir la información proveniente de la Unión; en la cabina Mark repentinamente comenzó a convulsionarse y a vociferar cada vez más rápido, hasta que llegó un momento en que era imposible entenderle, hablaba a una velocidad increíble, las cámaras de emergencia ya se habián encendido y grababan todos sus ademanes y sonidos guturales, el espectáculo era perturbador; hasta que de pronto aquel sujeto como poseído lanzó un grito ensordesedor y seco, jamás concebido como proveniente de una garganta humana; con el cual todos los computadores y sistemas de la base espacial se desconectaron por un segundo, para luego volver a funcionar como antes; entretanto Mark caía al suelo inconciente pero aún vivo.
El grupo de personas allí presentes parecían confundidos, corrían de un lado a otro, revisando sistemas, calmando ánimos. El enlazante de la otra cabina se conectaba nuevamente mientras el respaldo en la otra sala reemplazaba a Mark. La comunicación no podía ser interrumpida; ráudamente el contratiempo fué superado y todo volvió a la normalidad. La información continuó fluyendo, pero la noticia de la resolución de la Unión ya había sido transmitida; con el sobresalto nadie se fijó en ella, por lo cual un grupo de asistentes fue a la sala de control a revisar los archivos. Mientras tanto el cuerpo de Mark era llevado a la enfermería; no parecía mostrar daños graves; pero no volvía de la inconciencia, a pesar de los esfuerzos de los médicos.
En la sala de control se escuchó un grito de ira y un golpe azotó el tablero de sistemas. La razón: toda la información recibida por Mark se había borrado, al parecer el segundo de desconección fue suficiente para borrar 5 millones de Gigabits; el comandante allí presente se llevó las manos a la cabeza, -"No puede ser!"- gritó, -"Llévense a ese enlazante de aquí, no se le puede perdonar un error como éste!, llévenselo a Menfis ahora!"- los asistentes trataron de calmarlo, pero la desición estaba tomada, Mark sería eliminado como activo de la base y desterrado a Menfis, la ciudad sanatorio-retiro.
Tras largas discusiones entre los ingenieros y los psicólogos, se llegó a la conclusión de que a lo mejor no toda la información estaba perdida, talvez el monólogo hiperveloz de Mark en la cabina contenía parte de la información borrada; era bien sabido que a veces los enlazantes solían "recitar" los datos que le eran transmitidos, y específicamente éstos, eran de una importancia vital y debían ser recuperados de algún modo. Al analizar a baja velocidad los archivos de audio, lo que se obtuvo fue un discurso digno de un transtornado y una serie de sonidos extraños. Con resignación editaron aquella declaración y la mandaron junto a Mark en su viaje a Menfis; de lo que allí lograba entenderse, había un trozo que en especial desestabilizó muchas mentes en la base, pero aún así carecía de todo sentido...
La inmensa nave blanca surca silenciosa el extenso espacio, vagando entre galaxias y mundos racionales; vuela Menfis la ciudad de los psíquicos terminales, de aquellos enlazantes que se volvieron locos sin motivo; de todos ellos que no soportaron el peso de su responsabilidad... Unica en todo el universo, a este lugar son traídos todos los enfermos de estas características, para ser cuidados y vigilados, pues al no tener control de sí mismos sus cualidades psíquicas se volvían peligrosas ya que interferían sobre las demás comunicaciones de sus bases. A ella se acerca una pequeña nave carguera, lleva tres días de viaje y dentro es traído Mark le Fabe, ahora conciente pero completamente retraído, laxo, y con la vista perdida. En Menfis un hombre espera con ansías la llegada de esta nave, da nerviosos paseos dentro de su oficina-habitación, él es el Dr. Egon Yurkieverich, toda una eminencia en el campo de los transtornos mentales de enlazantes, quién está especialmente interesado en el caso de Mark, ya que éste nunca presentó indicios como para sufrir un ataque de esa naturaleza, sus registros eran perfectos y sus dones inigualables. Además si lograba curarlo sería reconocido por toda la comunidad médica como el primer científico capaz de revertir uno de estos traumas, pues hasta el momento ningún enlazante ha vuelto de su locura; por lo que todos se han quedado para siempre recluidos aquí.
La pequeña nave se posó en la fría losa de aterrizaje, tras cerrarse la compuerta y presurizar, la nave fue bajada a la pista por una plataforma especial. El Dr. se presentó en el lugar, y miraba con atención el proceso mientras pensaba ya en la forma de motivar a Mark para comenzar a mejorarlo. Los vapores de la nave se dejaban escapar y se condensaban en el suelo, una puerta se abrió y de ella bajó un hombre fuerte y de aspecto duro, vestido de negro; al pisar la losa disipó rápidamente la niebla que allí se había concentrado, giró sobre sí e hizo bajar a Mark; éste con esfuerzo bajó el escalón, más parecía un reo condenado que un enfermo grave, lucía demacrado, venía esposado y vestido con una sucia prenda gris que le cubría todo el cuerpo. Ambos se acercaban hacia el Dr; el hombre que lo traía caminaba pesadamente y casi arrastraba a Mark trás de sí, quien daba pasos tan ligeros que apenas perturbaba el humo de la nave.
Cuando llegaron frente a mí, el hombre de negro dijo ser un agente de seguridad y venir en representación de la base espacial Andrómeda II, al verlo de cerca noté que tenía un brazo biomecánico, y estirándome la mano metálica me entregó un archivo con todo el historial de Mark y un microdisco con la grabación de su última conección. Sin dejar de agarrar a Mark por un brazo, abrió las esposas con las que lo traía y las guardó adosándolas en un hueco especialmente diseñado en su brazo artificial; al hacerlo miraba fijamente a Mark, de una manera inusual a mi parecer, despues hizo un leve gesto con su boca, como apretando los dientes y se fué. Viendo como se marchaba áquel hombre; sin querer noté que los sellos en la ropa de Mark esataban rotos, pero en ese momento no me pareció importante aquello. Lo tomé de una muñeca, le levanté la manga y vi las innumerables marcas de los tubos otrora incrustados en su antebrazo; la piel de esa zona era de un color violáceo y más se asemejaba al brazo de un drogadicto terminal que al de un psíquico entrenado. Puse una mano sobre su hombro y luego lo tomé desde el mentón y elevé su rostro hasta la altura de mis ojos, casi no notaba su respiración, me acerqué y ví un pequeño brillo en sus ojos, no todo estaba perdido, me dije y lo encaminé al interior de Menfis. Ya adentro unos asistentes lo llevaron al laboratorio; los primeros análisis mostraron que a raíz del ataque Mark había sufrido varias contusiones, pero también manifestaba algunos golpes producidos hace menos de 2 días; junto con signos de otro tipo de maltrato...
Esa noche en nuestra oficina-habitación que compartía con Terence, lo único que quise hacer fue analizar el microdisco que me fue entregado, aunque en verdad no podía dejar de pensar en lo ocurrido en el viaje de Mark, sabía que a veces como represalía al daño que causaban algunos enlazantes en sus ataques, le eran asignados personas brutales o pervertidas para que los traigan a Menfis y en el viaje se descarguen con ellos; pero la frialdad con que lo tomaron mis compañeros me chocó aún más; sólo Terence me entendió cuando se lo comenté. Viendo el microdisco por primera vez me di cuenta de que el ataque que sufrió Mark correspondía a la norma experimentada por los demás enfermos que había en Menfis, la convulsión, la verborrea, etc. Sólo había una diferencia con los demás y esa era el angustiante grito con que finalizaba; lástima que justo en ese momento faltaba un segundo de grabación; parecía como si la cámara hubiese dejado de grabar, pues el disco estaba en perfectas condiciones.
Al día siguiente visité la recámara que le habían asignado, era una de las más seguras, obviamente habrán pensado que él era peligroso, Que cosa más absurda!. Mark estaba sentado en la orilla de la cama, rígido, estático, un brazo mecánico le daba de comer, lo único que se escuchaba era la vibración de los micromotores; me acerqué y lo observé cuidadosamente, parecía no percatarse de mi presencia. Desconecté la máquina que lo alimentaba, y oprimí un botón en el muro con lo que la imagen de una pantalla se formó frente a nosotros, era una de esas pantallas de imagen pura que parecía flotar en el aire; en ella tenía intenciones de mostrarle el disco, a ver si tenía alguna reacción. Introducí el pequeño disco en el reproductor, el que automáticamente comenzó a funcionar, y de pronto, ocurrió el milagro, era como si el brillo translúcido de la pantalla lo hubiese despertado; Mark giró su cabeza y se quedó mirando. No podía contenerme, era la primera vez que un enlazante en estado de shock parecía despertar, había logrado mi primer avance. Cuando la cinta llegó a la parte en que Mark empezaba a hablar, bajé la velocidad de la reproducción para que pudiese escucharse.
De nuevo para mi volvía a oir aquella extraña declaración, pero esta vez fue diferente; Mark en persona la recitaba en perfecta armonía con la imagen:
"Al comienzo hubo un no-hombre solitario, este no-hombre estaba tan solo entre los demás, que se olvidó de que existían nuevas personas, se olvidó de que era protohumano y de que debía morir, desde entonces aquel no-hombre dejó de residir en el nuevo mundo y se fue lejos, más lejos que las fronteras de su padre, en su propia dimensión.
Allí dejé de ser no-hombre y experimenté todos los momentos posibles de la creación, hasta que llegó el tiempo de volver a este mundo, con el conocimiento escencial dentro de mí. Sí, este es el momento en que debo volver a los mundos en donde me crearon. Desde ahora comienzo a ser. El..."

Mark continuaba hablando, incluso siguió reproduciendo los mismos extraños soñidos que se escuchabañ eñ esta parte de la ciñta. Preocupado por lo que veía, la detuve justo añtes del grito; Mark se paró, me miro uñ momeñto y me dijo pausadameñte: -"Y es así como he llegado aquí."...

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