Corre que Te Pillo

Pero la Reina continuaba gritándole: "¡De prisa, más rápido!", y Alicia sentía que no podía más.
Lewis Carroll, Alicia a través del espejo, capítulo 2.

Hace unos días encontré una referencia a Alicia y la Reina de Corazones y la similitud de nuestros tiempos con la obra citada de Lewis Carroll es asombrosa. Comenzaremos con una traducción libre de Alicia y la Reina de Corazones corriendo lo más rápido posible para mantenerse en el mismo lugar (ver ilustración clásica adjunta de John Tenniel).

Alicia y la Reina de Corazones

Alicia no podía explicarse bien, del todo, cómo fue que empezaron a correr: todo lo que recordaba es que corrían cogidas de la mano y que la Reina iba tan rápido que ella a duras penas podía seguirla. Pero la Reina continuaba gritándole: "¡De prisa, más rápido!", y Alicia sentía que no podía más, aunque le faltase aliento para decírselo. Lo más curioso era que los árboles y las demás cosas que las rodeaban permanecían totalmente inamovibles: por más que corrieran no conseguían adelantar nada. "¿No será que todo se mueve con nosotros?", se preguntó muy intrigada la pobre Alicia. "En mi país cuando uno corre tanto llega a otro lugar", dijo Alicia. "Aquí, como ves" -dijo la Reina-, "se ha de correr a toda marcha simplemente para seguir en el mismo sitio. Y si quieres llegar a otra parte, por lo menos has de correr el doble de rápido".

Paren la Bola de Nieve

Alguien dijo: Si todo está bajo control, es que vamos demasiado lento. Debe haber sido un piloto de Fórmula 1. Alicia no quiere perder el control, pero a veces es necesario para avanzar. Quiero destacar las tres ideas fundamentales:

En los dos últimos puntos está implícita la paradoja de que el país de la Reina es más grande que el de Alicia, aunque no avancen ni cambien de posición. Pareciera que la tecnología es como la Reina, avanzando a una velocidad vertiginosa, propulsada por estrategias de mercado capitalistas. Cada nueva tecnología es como una ola y para mantenernos al día debemos surfear sin quedarnos atrás. Ola tras ola.

Pero reflexionemos: ¿Tenemos que ser como las ovejas y hacer lo mismo que hacen todos hasta que quedemos exhaustos como Alicia? Tal vez no tenemos opción, pero sí podemos decidir cómo innovar, por ejemplo en la integración de tecnologías para mejorar la calidad de vida. Este es un desafío interesante para un futuro adaptado a nuestras necesidades.

Estaba en Estados Unidos el 11 de Septiembre cuando escribía esta columna. Por supuesto mi primer impulso fue escribir sobre el trágico atentado terrorista. De la barbarie, del fanatismo, de la falta de sensatez y misericordia, de los medios de comunicación. De los dobles estándares, de la falta de humildad y arrogancia infinita, de la sed de venganza, de la violencia que genera violencia, de la intolerancia que genera más intolerancia. Pero alguien me dijo: pastelero a tus pasteles. Sin embargo no puedo evitar unas preguntas para la reflexión: ¿Vale más la vida de un estadounidense, de un iraquí o de un talibán? ¿De un hutu o un tutsi? ¿De un serbio o un albano-kosovar? ¿De un israelí o un palestino? ¿De un negro o un blanco? ¿De un creyente o un ateo? ¿De un civil o un militar? ¿Depende si lo decide el estado o una persona? Nunca habrá paz si no sabemos la respuesta.


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