Chile y la Brecha Digital

José M. Piquer

Reflexionando un poco puedo decir ahora que aquel domingo fue una especie de bautismo, la cresta de separación de las aguas de una vertiente. No sabría definir qué ocurrió exactamente, pero creo que se modificó el tiempo. Todo empezó a moverse más rápido. De alguna manera que no tengo muy clara, algo empezó a escapárseme de las manos.

Susana Tamaro -- Para una voz sola

En Chile siempre nos hemos debatido entre cifras contradictorias, pasando de jaguares a gatos, de arrogantes a depresivos y luego de vuelta. Internet no se ha librado de ese fenómeno nacional, y nunca terminamos de decidir si estamos mal o bien. Supongo que es normal en un país en cambio de fase, pasando de un nivel de desarrollo a otro, pero sin haberlo alcanzado todavía. En el fondo algunas cifras corresponden al país anterior y otras corresponden al país futuro, y en algunos casos son el peor de ambos mundos como las cifras de pobreza y obesidad que tenemos.

El uso y el desarrollo de las Tecnologías de la Información en el país son una de las tantas discutidas realidades, que muestran muchas contradicciones. Por ejemplo, el nivel de nuestra formación superior en ingeniería es internacional, sin embargo la investigación y desarrollo en TI en el país es muy escasa.

La brecha digital más fuerte que veo yo en Chile no es tanto entre pobres y ricos (de hecho me parece que es la clase media la más digitalizada en Chile) sino entre las universidades y las empresas. También existe una brecha, relacionada con la anterior, entre los jóvenes y los viejos.

Por un lado tenemos universidades de primer nivel en informática, que fueron los líderes del desarrollo de Internet en el país, que introdujeron las tecnologías de correo electrónico, del web, de redes de alta velocidad, y muchas otras. En estas universidades se nutren y crecen los mejores talentos de la nación, expuestos a las novedades del mundo, forzados a crear e innovar en un ambiente competitivo y exigente. Muchos de ellos siguen un postgrado fuera de Chile como un complemento natural tanto académico como cultural en un mundo cada vez más globalizado. Los académicos de estas universidades han obtenido sus doctorados en los mejores centros del mundo, y mantienen una permanente actividad de investigación e intercambio con el primer mundo, participando de igual a igual en la creación e innovación del mundo desarrollado. Son pocos, es cierto, pero el nivel es excelente.

Por otro lado tenemos un sector empresarial tradicional, experto en explotación de recursos naturales abundantes y de negocios financieros de bajo riesgo. El uso de tecnologías de la información en este sector es más bien bajo y simple, visto en general como un gasto más, y por lo tanto sujeto a recortes de todo tipo para economizar. Nunca se ve a las tecnologías de la información como un negocio clave para hacer inversiones de riesgo y, por lo tanto, más rentables. Prácticamente no existen empresas en Chile cuyo negocio central sea la creación e innovación en tecnologías de la información y, las pocas que existen, en general están apenas sobreviviendo cada fin de mes.

Existe una brecha importante entre la universidad y su torre de marfil (que nos ha costado construir, hay que decirlo) y el país que no parece avanzar al mismo ritmo en la tecnología. Pienso que podemos acercar estos dos mundos y levantar el nivel tecnológico de la industria nacional. Debemos empujar a la transferencia directa de tecnología desde las universidades al sector productivo. Para ello, lo mejor es aprovechar a nuestros estudiantes más talentosos y emprendedores, y apoyarlos de modo que desarrollen sus propios proyectos personales en vez de irse de empleados a empresas tradicionales y lentas. Por su parte, los académicos deberíamos enfocar nuestros temas de investigación a la generación de prototipos que luego puedan ser transferidos como productos creando empresas asociadas. Solo así podremos crear empresas de alta tecnología en el país, y demostrar que el riesgo asociado a nuevas tecnologías es un buen negocio cuando se sabe manejar bien.

Estoy convencido que Chile tiene una oportunidad dorada para dar un salto hacia adelante en su desarrollo económico, basándose en tecnologías de la información. Para ello, los viejos profes y los viejos empresarios deberemos apartarnos para dejarles espacio a los jóvenes emprendedores y capaces, de ellos depende nuestro futuro.





José M. Piquer
Sun Nov 18 21:15:23 CLST 2001