Las Torres Gemelas e Internet

José M. Piquer

- La Babosa se me acercó también pidiéndome que acompañara a los gringos monte adentro. Apenas logré convencerlo de que a mis años no llego muy lejos. Cómo me aduló la Babosa. Me repetía a cada rato que los gringos se sentirían felices conmigo, considerando que también tengo nombre de gringo.
- ¿Cómo así paisano?
- Pero sí. Onecén es el nombre de un santo para los gringos. Aparece en sus moneditas y se escribe separado con una letra ``te'' al final: One Cent.

-- Luis Sepúlveda, Un viejo que leía novelas de amor.

Supongo que todo el mundo está escribiendo de una u otra forma sobre Nueva York en estos días. Sin embargo, siento que no queda otra alternativa, que cualquier otro tema saldrá irrelevante y mal tratado, porque la imagen que me atraviesa el cerebro sigue siendo la de Nueva York el 11 de septiembre.

Hay algo curioso en el efecto que causó en Chile, en los estudiantes, en todos los chilenos. De alguna forma, sentimos que esto ocurría en algo nuestro, en algo cercano a nuestra realidad. Lo queramos o no, Estados Unidos es hoy algo parecido a nuestra madre patria: lo amamos y lo odiamos al mismo tiempo, lo caricaturizamos y lo admiramos. Siendo cierto que fuimos su patio trasero, donde intervinieron directamente como quisieron, desde el golpe hasta la enmienda Kennedy, también es cierto que han liderado el desarrollo tecnológico del planeta y que los miramos como el ejemplo a imitar.

Nosotros tuvimos en Chile en esos días al presidente de ICANN, Stewart Lynn, y pudimos sentir la angustia y el espanto de primera mano. Al mismo tiempo que los servidores web de CNN y otros de noticias estaban colapsados, Internet cumplía, mejor que ningún otro medio, su misión de comunicar a las personas y encontrarlas, vía e-mail, chat y otros. Stewart logró contactar a todo el board de ICANN sin lograr llamarlos nunca por teléfono, usando solo Internet.

Interesantemente, la solución a la congestión de los sitios de noticias fue más simple de lo esperado: sacar todo el decorado y el acceso a bases de datos y simplemente entregar en texto plano los datos buscados.

Internet volvía a sus origenes, y cumplía su misión a pesar de todo el desastre y la carga generada, resistiendo mejor que el sistema telefónico a la demanda máxima de esos momentos, como siempre se teorizó en los libros.

La globalización, la conectividad e Internet nos han conectado más que nunca a la civilización occidental. Nueva York es como la capital de este mundo global, y el ataque a sus torres gemelas nos duele como miembros de este proyecto humano global.

Como el mito de Sísifo, donde un humano es condenado a empujar una roca hasta la cumbre de un cerro con gran esfuerzo, solo para verla desmoronarse cerro abajo, una y otra vez, toda su vida. Parece que todo lo que construimos, los sueños que logramos y lo que creemos avanzar, en cualquier minuto se desploman, destruidos por algún loco, por algún cracker o terrorista internacional, en nombre de quien sabe qué creencia.

Las torres gemelas eran un símbolo, un orgullo de nuestra civilización, un monumento al progreso, habitadas por civiles comunes y corrientes. Destruirlas, olvidando que dentro habían seres humanos, no parece objetivo de un humano. Y sin embargo, es nuestra propia raza, seres iguales a todos nosotros, los que planificaron, organizaron con inteligencia y paciencia, este desastre que nos ha golpeado a todos.

Como para pensar qué es lo que realmente somos.





José M. Piquer
Thu Sep 20 23:29:49 CLT 2001