El Tiempo en la Sociedad de la Información

José M. Piquer

El tiempo es el mejor profesor. Lástima que termina matando a todos sus alumnos.

Internet se ha transformado en una acumulación de expectativas, desde los que buscan ser millonarios del día a la mañana, (como una especie de fiebre del oro, que otra vez está en California) hasta aquellos que temen perder su valor, su trabajo y su lugar en el planeta. Todos, a su manera, nos vemos afectados por este movimiento de expectativas, y decidimos si nos alineamos con los optimistas o los pesimistas.

Independientemente del bando que elegimos, hay una constante que parece ser universal hoy: no tenemos tiempo. De muchas conversaciones, me ha asombrado ver que, desde intelectuales hasta profesionales informáticos, todos sufren por no tener tiempo. Yo mismo, hace años que voy sintiendo que hay cada vez más cosas que hacer y cada vez menos espacio donde hacerlas. Lo peor es que no son cosas opcionales, sino que lo mínimo que es necesario hacer para seguir adelante. No tengo tiempo para los proyectos que lidero, no tengo tiempo para mis cursos, no tengo tiempo para mi familia, no tengo tiempo para la Universidad, no tengo tiempo para responder el teléfono, no tengo tiempo para leer mis mails. Para qué hablar del tiempo para pensar, que finalmente es lo que se supone que debiera hacer yo.

Al parecer, estamos permanentemente conectados al mundo, el flujo de información no se acaba nunca, y nuestro espacio para estar con nosotros mismos a solas, tranquilos, ha sido aniquilado. Tenemos conexión permanente en la oficina, en la calle, en la casa y en la cama. Creo que era un libro de Sábato que decía que el único espacio que quedaba para ser feliz era el W.C., pero me temo que pronto tendrá una conexión a Internet también.

Incluso irse de vacaciones resulta difícil, porque hasta en los hoteles podemos leer el mail y, confesémoslo, queremos leerlo. Me temo que no somos capaces de manejar tanta información, tanta ansiedad. Todo el Internet que usted pueda comer termina siendo indigesto.

Me temo que requiere un esfuerzo especial de nuestra parte el tomarnos el tiempo que no tenemos. Debemos reservar espacios desconectados, de conversación humana y de estar a solas también. Es demasiado fácil perder la brújula en esta vorágine, una serie de decisiones instantáneas no forman una estrategia, y nos pueden llevar a un desastre.

Es curioso que en estos tiempos de comodidad y tecnología creada para vivir mejor, el ser humano se sienta presionado, estresado y agotado. No parece creíble que en una jungla adversa y violenta, rodeado por depredadores, el ser humano haya sido más feliz que lo que es hoy día. Y sin embargo, tal vez es cierto. Una cueva abrigada, con una fogata y la familia, dibujando sueños en sus paredes, es muy cercano a nuestra imagen de la felicidad.

La responsabilidad de tomarnos ese espacio para pensar es ahora nuestra. Ya no viene garantizada por las largas noches de invierno, ni por las distancias ni por las cordilleras. En un esfuerzo conciente y difícil, dejar de lado las urgencias cotidianas, respirar, pensar y soñar.





José M. Piquer
Tue Jul 18 11:40:39 CLT 2000