Cambiando el Modelo de Desarrollo Económico




José M. Piquer
Profesor Asociado, Depto Cs de la Computación, U. de Chile


Todos los que vivimos afuera un tiempo de nuestras vidas, y nos tocó participar aunque sea tímidamente del mundo desarrollado, nos hemos preguntado alguna vez ¿porqué ellos sí y nosotros no? ¿qué tienen ellos que no tengamos nosotros?

Siempre podemos culpar al dinero que nos falta, a los recursos y a la pobreza. O buscar teorías conspiratorias que dicen que las transnacionales están coludidas contra nosotros para evitar que nos desarrollemos finalmente (interesados en esta teoría, les recomiendo leer Azul Profundo de Roberto Ampuero).

Yo no creo en ninguna de esas explicaciones fáciles, y hoy en día creo firmemente que el mundo globalizado nos permite llegar hasta donde queramos y podamos llegar. Es decir, si no lo logramos, la culpa es nuestra.

La industria chilena ha llegado a posiciones de liderazgo mundial en varias áreas, todas relacionadas de una u otra forma con materias primas, aprovechando privilegios que provee nuestra geografía y una reconocida capacidad de gestión racional y eficiente de éstos. El salir de este modelo, conocido como la maldición de los recursos naturales, es nuestro desafío futuro y creo que es lo que nos diferencia realmente de ser un país desarrollado.

El área que yo veo como un enorme potencial para desarrollar en Chile y que podría marcar uno de esos pasos necesarios para cambiar nuestro modelo de desarrollo económico es en Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TICs). En esta área contamos con Universidades de nivel mundial y con grupos de investigadores pequeños pero de excelencia, reconocidos ya en la región, atrayendo estudiantes de postgrado de muy buen nivel. Los profesionales formados en estos mismos lugares han resultado de excelente nivel y son disputados por el mercado cuando están recién egresados. Por otro lado, las TICs sirven para todo proceso productivo, por lo que el conocimiento genérico del área le sirve a todas las industrias existentes, poderosas o no, en forma transversal.

Pero no todo funciona bien. Los grupos universitarios casi no interactúan con empresas externas, contentándose con investigar temas que generen publicaciones internacionales que, con suerte, le sirvan a alguna empresa extranjera para aplicarlo de verdad. La gran mayoría muere en el papel, sin ser nunca utilizado para generar riqueza. El 100% de la investigación está financiada por fondos concursables del gobierno que no ha logrado orientar esos trabajos hacia la industria real y los privados no invierten nada en investigación.

El modelo existente en todos los países desarrollados, en diversas versiones, siempre mezcla dinero estatal con privado para financiar la investigación. En Chile uno esperaría que la minería, la acuicultura, la fruta, los vinos y tantos otros se beneficiarían de tener sistemas TICs para control, automatización, optimización y producción. También uno esperaría que tuvieran todo el dinero necesario para algo así, lo que destruye la teoría de la pobreza. Incluso la banca nacional es tímida para invertir en tecnología: están hablando de proveer de una clave digital para clientes que existe hace más de 15 años en el mundo y todavía la mayoría de nosotros vivimos protegidos por una clave de 4 dígitos y un RUT que adivina cualquier adolescente de intelecto medio por simple fuerza bruta.

Todavía pienso que podemos hacerlo: aprovechar nuestras fortalezas para crear riqueza para Chile a partir del conocimiento y capacidad de investigación que hay en nuestras mejores universidades en TICs. No basta con pasarles plata del estado. No hay nada peor que un investigador universitario con mucha plata y sin objetivos: siempre sabemos gastarla para producir cada vez menos impacto. Ahí necesitamos a los privados, que presionan por sus utilidades e intereses en mucho mejor forma que el gobierno.





Jose M. Piquer 2004-08-09