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De alguna forma, todos los que trabajamos en alta tecnología, y en particular en informática, nos sentimos un poco culpables de trabajar para una elite intelectual y que nuestro trabajo no sirva de nada para mejorar la situación social del país.
En vano ha sido el tratar de explicarnos a nosotros mismos que estamos aportando al desarrollo del país a través de tecnologías nuevas, y que esto en forma indirecta ayuda a superar la extrema pobreza. Igual, siempre se mantiene una sensación de que la computación es una herramienta orientada a la clase alta, que en sus hogares la usan para entrenar a sus hijos para dominar la sociedad del futuro, para recorrer los malls electrónicos comprando joyas y autos de lujo y, finalmente, a escondidas en la noche, realizar sesiones de sexo virtual seguro, garantizado por el anti-virus de turno.
Por ello, SOFTEL'95 derrumbó mis teorías de una plumada. Tal vez porque no asistí el '94 (hepatitis obliga) el contraste con la feria del '93 era impactante. Los equipos y los stands estaban transformados. La feria de alta tecnología, con seminarios y grandes empresas integradoras de software, con toda la publicidad orientada a las oficinas y las grandes corporaciones se había transformado en un mercado persa de PC's alta fidelidad stereo, con juegos tridimensionales, enciclopedias educacionales y dinosaurios incluidos.
Más interesante aún era el público, donde primaban los escolares (que claramente eran los que más sabían de la tecnología de las máquinas y constantemente dejaban perdidos a promotoras, vendedores y técnicos con sus preguntas) y las dueñas de casa. Por curiosidad, a codazos y empujones logramos agarrar un teclado en el stand de Compaq, y probamos conectarnos a Internet telefónicamente. Inmediatamente, un grupo de público se acercó a mirar, y un par de señoras comenzó a hacernos preguntas (bastante enteradas por lo demás) y quedaron absolutamente maravilladas con las posibilidades de la red. Peor que eso, nos mostró una cotización que tenía por ese equipo, donde nos mostraba que solo costaba 2.000 dólares... En mi interior, comencé a sentir que estaba vendiendo una lavadora de ropa con dirección IP.
Algo ha cambiado en nuestro país. El computador personal para el hogar finalmente está inundando los mercados. Curiosamente, parece ser que son los hogares de clase media los que primero están entrando de lleno en la era informática, tal vez impulsados por la dura competencia en la sociedad de la información y temerosos de que sus hijos pierdan toda oportunidad de surgir. Da la idea que el mercado más importante de los PC's son los niños de clase media, pero seguidos de cerca por sus padres. En cambio la clase más alta no se interesa tanto en estos temas, y a lo más le compra un Nintendo al hijo.
Al otro lado del espejo de esa imágen del computador como herramienta para aumentar aún más la brecha tecnológica en estas sociedades a dos velocidades, existe esta otra imágen del computador como herramienta de promoción social, rescatando las inteligencias que nacieron en hogares modestos y colocándolas en el lugar que merecen en la sociedad futura.
De alguna forma, me parece claro que esos muchachos que son capaces de aprender complejos juegos de video pero por otro lado no aprueban ningún ramo en el colegio, pueden aprender a dominar los computadores y las redes de información de modo de transformarse en exitosos profesionales. De alguna forma, el computador puede ayudar a mejorar la igualdad de oportunidades entre los niños de diversas clases sociales.
Tal vez estamos frente a una revolución total de nuestra sociedad, donde no es la producción ni el capital sino la información la que maneja el mundo. En esa sociedad, el muchacho que aprendió por su cuenta y apenas aprobó el colegio tendrá más oportunidades que el que tuvo una formación formal pero no suficiente motivación para explorar el mundo virtual de las redes internacionales.
>Será el computador la revolución definitiva que Lenin soñó pero que nunca logró implementar?