Talentosos vs Estudiosos

José M. Piquer

El colegio era un gran edificio amarillento con los cristales opacos. [...] El primer día tuve una entrevista con el padre rector [...]. Allí en su despacho me contó una larga historia de ovejitas que vagabundeaban sin el menor control y sobre qué hermoso era en cambio estar todos unidos en rebaño y qué sabio es el uso del bastón.

Susana Tamaro -- Para una voz sola

La prueba de selección de estudiantes para las universidades chilenas siempre ha sido controvertida y polémica, como corresponde a un sistema de medición nacional, que puede tener profundas implicancias en las vidas futuras de cientos de miles de chilenos al año. En Francia, no me podían creer cuando yo les contaba que la prueba de selección era con alternativas y se corregía por computador. Lo consideraban como un insulto a la inteligencia, cuando en Francia aun se aplica un esquema de bachillerato, largamente corregido por profesores en todo el país.

Ahora en Chile se busca renovar el sistema y, como siempre, aparecen de todos lados críticos al sistema actual. Yo no estoy tan seguro que la Prueba de Aptitud Académica, como ha sido hasta ahora, sea un mal sistema de selección. En general, en Ingeniería, se percibe una fuerte relación entre el puntaje del alumno y su rendimiento posterior. Las contadas veces en que hay una contradicción entre ambos, se justifica por otras razones: falta de motivación, falta de estudio, etc.

Me da la idea que la Prueba actual mide exactamente lo que busca: la aptitud de los estudiantes para las matemáticas y para el área verbal. No me consta que la aptitud verbal refleje adecuadamente la aptitud humanista, pero sí me parece que mide bien el manejo del lenguaje. Las pruebas específicas son mucho más sensibles al estudio y al trabajo, por lo que no miden tanto las aptitudes. Para qué hablar de la prueba de historia que fue declarada obligatoria sólo para intentar que los estudiantes aprendan algo de historia, lo que es simplemente una aberración en una prueba de selección. Y, finalmente, para qué hablar de las notas de los colegios, que no entregan ninguna información sobre la aptitud de los estudiantes y que no se correlacionan en nada con el rendimiento en la Universidad.

No me parece mal revisar el sistema completo, puesto que siempre hay fallas, y deben perfeccionarse. Sin embargo, tengo la sensación, después de escuchar múltiples discursos de las autoridades, que esta reforma va justo en sentido contrario al que debiera.

La educación universitaria es la culminación del proceso de aprendizaje y está reservada para una elite intelectual del país: los más aptos para la creación, la innovación y el trabajo de las ideas. Desgraciadamente, hoy esto se asocia con éxito social, con superioridad y con solvencia económica posterior (lo que es falso, por lo demás). Por ello, muchas veces los gobiernos se ven tentados a declarar que la educación superior es para todos, y disminuyen las vallas para entrar, amplían la oferta de carreras y universidades y terminan simplemente estafando a una gran cantidad de gente.

Para nosotros, las universidades, es esencial contar con los jóvenes más talentosos del país, y eso lo seleccionamos usando la prueba de aptitud académica primero y algunos cursos iniciales exigentes después. Estos no son los jóvenes más esforzados, o los más estudiosos o los más trabajadores. Son los más talentosos, los más aptos. Son aquellos cuyo talento principal es la capacidad intelectual, la creatividad, la inquietud mental.

El discurso oficial del gobierno es que la prueba será cambiada para medir más conocimientos y menos aptitud. La razón sería premiar a aquellos que han aprendido bien su materia en el colegio, facilitando su ingreso a la Universidad. Es decir, seleccionar a los más en vez de a los más talentosos. Si se llega a cumplir, esto sería un desastre para la educación superior chilena. Llenos de estudiosos, mateos, disciplinados, obedientes y obsecuentes alumnos atentos a todo lo que les pidamos para cumplir su misión inmediatamente, las universidades morirán anquilosadas, transformadas en monasterios inflexibles e incapaces de innovar.

El principal valor de las mejores universidades del mundo no son sus profesores, son sus alumnos. Son ellos los que nos remecen las conciencias, nos muestran las nuevas ideas y descubrimientos, son ellos los que hacen avanzar la ciencia y la tecnología en el mundo. Porque son talentosos, creativos e inquietos. Y muchas veces, no quieren hacer lo que les pedimos, no estudian lo que no quieren, y no tienen las mejores notas. Pero sacaban los mejores puntajes de la prueba de aptitud académica.

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José M. Piquer
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