Hace ya unos 20 años que ando rondando los ambientes de investigación en computación en Chile. Si a uno le preguntaran cual es el cambio más radical experimentado por la academia en Chile en ese tiempo, uno pensaría en Internet, en las revoluciones tecnológicas de los PCs (capacidad de procesamiento, visual, accesibilidad, etc). Sin embargo, creo firmemente que el cambio más profundo e impactante que hemos vivido en estos años ha sido el desarrollo del software libre, el Open Source.
Yo recuerdo en los años 80 a mis profesores tratando de conseguir un Unix en versión de código fuente, como objeto de estudio. Nunca fue posible, porque en Estados Unidos creían que lo íbamos a piratear en vez de estudiar. La primera vez que tuve acceso a fuentes de un Sistema Operativo fue en Francia, durante mi doctorado. Qué maravilla resultaba poder corregir los errores, poder entender los comportamientos, poder aprender como funcionaban las cosas. Era claro que eso lo íbamos a perder al volver a Chile, puesto que siempre trabajábamos con los binarios y no había como participar del desarrollo.
Y fue entonces que todo cambió. Es cierto que solo Internet pudo permitirlo. Probablemente es cierto que el hardware de buena calidad a bajo precio también. Pero lo más importante e increíble es que haya habido un grupo humano dispuesto a tanto trabajo y esfuerzo, con el solo objetivo de aportar conocimiento, buen código y software de primera calidad a la humanidad. A cambio del reconocimiento, por supuesto!
Es razonable que hayan profetas de cuanta teoría a uno se le pueda ocurrir. Desde las iglesias hasta el profeta de la plaza de armas (y el Cristo de Elqui, por supuesto Don Nica), todo tipo podemos encontrar. Por lo tanto, es sensato suponer que un Richard Stallman, o la Electronic Frontier Foundation iban a existir. Lo que no es sensato, es que hayan conseguido tantos seguidores, que hayan conseguido tantos adeptos (aunque son todos bastante independientes y cada uno sigue esto a su manera) y que la humanidad haya dedicado tantas horas hombre gratuitas a mejorar el software disponible y, por ende, la calidad de vida a tantas personas.
Resulta por lo menos sorprendente que un grupo así tenga nervioso a Microsoft. Resulta impresionante que, en el dominio .CL, hayamos detectado que un 60% de los servidores web corren en algún tipo de Unix, y la mitad de ellos sean Linux.
Probablemente nadie lo pensó así, ni siquiera los soñadores fundadores de este nuevo paradigma, pero para las universidades de países en desarrollo el mundo cambió cuando cayó el muro del software cerrado y binario. Los estudiantes de computación del mundo entero ahora disponen del mejor código del mundo, pueden modificar el mejor sistema operativo disponible, pueden aportar código libre al sistema más utilizado en el planeta. Y esto incluye, por primera vez, al tercer mundo.
Creo que esto debe influir también en otras áreas, pero en computación fue radical: los profesionales e investigadores de hoy se pueden formar en Chile a nivel internacional, pueden utilizar las mismas herramientas, andar a la misma velocidad y en igualdad de condiciones que en cualquier parte del primer mundo.
Como humilde subdesarrollado, no me queda más que agradecer a estos locos idealistas que hicieron posible nuestro sueño. Y trabajar duro para que Chile logre aprovechar estas oportunidades lo mejor posible.
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Ross Moore,
Mathematics Department, Macquarie University, Sydney.
The command line arguments were:
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The translation was initiated by Jose M. Piquer on 2003-01-01