Cortó enseguida. La línea quedó colgando, neutra, como un miembro sin uso, mientras el apellido comenzaba a formarse en mi cabeza, saliendo del sueño y de los vapores de la ducha hasta encontrarse con una adherencia reconocible: alguien o algo pegajoso y húmedo saliendo de entre las cañerías a la superficie.
El peor de los héroes -- Roberto Brodsky
Hace poco salió un artículo en la prensa sobre la misión del gobierno que fue a buscar al MIT para traerlo a Chile. Parecía que iban en busca de la salvación del país. ¿Qué importancia real podría tener para Chile tener un centro de investigación pura como MIT?
En todo país desarrollado existen centros de investigación de nivel internacional que concentran a los mejores académicos de cada área, y esto también ocurre en computación. Centros llenos de recursos, inteligencia, actividad, discusión y proyectos. Todos los que hemos pasado por estos centros, en nuestros doctorados, pasantías u otras actividades, nunca olvidamos la sensación de trabajar allí, entre las mentes más brillantes del mundo, discutiendo todo tipo de temas y sitiendo que estábamos inventando el futuro en el mejor nivel posible. De vuelta en nuestro pequeño fin del mundo, no terminamos nunca de añorar esos tiempos de gloria y plenitud intelectual, intentando inútilmente recrearlo acá.
Yo siento que en Chile se puede hacer hoy. Tenemos un número pequeño pero ya significativo de doctores en computación en el país. Tenemos recursos como para invertir en un centro de excelencia en el área y empresas con necesidades de alto nivel y complejidad que podrían ir generando proyectos de investigación y desarrollo interesantes a nivel internacional. Creo que en la región estamos muy bien posicionados para liderar este tema.
Lo que nos falta es armarlo: juntar las voluntades y los dineros que requiere este esfuerzo, tanto en el sector privado como en el sector público como en las mismas universidades. Y esa tarea no es fácil. El país no cree que la tecnología sea un buen negocio, ni una estrategia de desarrollo, ni una inversión. Ven a los centros de investigación como grupos de locos despilfarradores que no sirven más que para inflar su propio ego. Prefieren invertir en proyectos pequeños y muy simples de aplicación de la tecnología que no requieran a estos doctores deliberantes y difíciles de controlar. Sin embargo, con esos proyectos el país no va a cambiar de etapa de desarrollo, no vamos a dar el salto que requerimos en tecnologías de la información.
Aunque es mi sueño, creo firmemente que soy objetivo al decir que el país se vería directamente beneficiado al tener un centro de estas características en tecnologías de la información: generaría proyectos de alta tecnología que darían origen a empresas emergentes, generaría doctores nacionales en el área que apoyarían los desarrollos de mayor nivel en las empresas y el sector público. Finalmente, sería un polo de intercambio académico y estudiantil de nivel mundial que no podría existir de otra forma.
Me encantaría ayudar a materializar nuestro sueño y lograr que, para nuestros estudiantes que vuelvan de los centros del primer mundo, este centro sea un lugar de acogida que les permita desarrollarse a su máxima capacidad y nivel, sin frustraciones ni mediocridad, sintiendo que pueden vivir en el país que eligieron sin sacrificar su desarrollo intelectual ni el aporte que pueden hacerle al mundo.
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