Hace poco tiempo escribí una columna optimista sobre el acceso inalámbrico a Internet a través de GPRS, servicio de datos celular. Entel PCS estaba promocionando un servicio de acceso a Internet de baja capacidad pero a un precio fijo mensual, independiente del tráfico. Mi experiencia fue muy buena, tanto a través de la Palm como a través del Notebook cuando uno anda en terreno. La velocidad es minimal pero usable. La cobertura es más bien restringida aun, pero esperábamos crecimientos por todos esos lados.
Desgraciadamente, decidieron cambiar bruscamente la política de precios, a un esquema telefónico clásico, donde todo el costo es proporcional a tráficos ridículos, que hace que las cuentas salen prohibitivas en forma inmediata.
En 1996 escribí una columna de Informática criticando el sistema de tarifas de acceso a Internet que imperaban en Chile y que eran proporcionales al tráfico (y eramos casi el único país en el mundo en ese caso). Afortunadamente, la presión del mercado hizo imperar la política de precio fijo que ha permitido que el acceso a Internet se haya masificado en el planeta completo. En esa época ir de ENTEL a CTC tomaba 20 routers y un delay de 1200 mili-segundos y pasaron algunos años antes que la lógica y la racionalidad volvieran a imperar.
Una política de precios equivocada puede matar completamente un buen negocio y una buena tecnología. Creo que GPRS es una alternativa viable y temporalmente útil si se posiciona en una escala de precios muy alcanzable. Creo que la tarifa fija incentiva el uso, en cambio la tarifa variable simplemente hará que nadie más la utilice.
Un producto que se posiciona así de mal, simplemente le crea espacios a las alternativas tecnológicas y permite entregar mercados a la competencia. En el caso chileno, no me cabe duda que una mala política de precios de las compañías celulares le conviene mucho a los proveedores pequeños que irán desplegando hot spots de WiFi que, eventualmente, cubrirán todas las rutas habituales de uso en Santiago y en las principales ciudades de Chile.
Lo malo es que, en el intertanto, seguiremos demorándonos en masificar el acceso ubicuo y móvil a Internet, para el cual hay un mercado demandante hoy (entre los cuales me cuento) y que podría acelerar la incorporación temprana de la tecnología en Chile y el acceso masivo de bajo costo.
Mientras las grandes telefónicas no adopten los modelos de negocio de Internet, seguirán siendo un estorbo para su desarrollo y masificación. Aunque, en el mediano plazo, ese proceso es irreversible (las telefónicas cambian o mueren), la velocidad es relevante para el resto del país que espera ansioso las señales que la industria entrega y los servicios que provee.
Ojalá ENTEL y las otras portadoras celulares escuchen este clamor popular y entreguen los servicios de datos que Chile necesita: sin demasiado ancho de banda, pero a un precio fijo mensual razonable que permita su masificación. Sino, GPRS va a seguir el destino de Wap, un hoyo negro de inversión perdida que nunca será utilizado.