¿Cuanto valen tus datos?




José M. Piquer


A medida que se desarrollan los sistemas de redes sociales como Facebook, o los sistemas de oficina web como Google, un porcentaje cada vez mayor de las personas e incluso algunas empresas, ponen sus datos en manos de estos proveedores y confían en sus políticas de confidencialidad y protección de los datos personales.

La mayoría de los chilenos no cree que su información personal (como su dirección, mail, teléfono...) sea muy importante o tenga gran valor. Generalmente la entregan a cualquier encuestador callejero que aparezca, casi sin restricciones. De la misma forma, llenan sus perfiles en las páginas web que se lo piden, entregando mucha más información aún a medida que usan el sistema, puesto que van revelando sus gustos, sus amigos, sus preferencias y consumos.

La información que Facebook tiene de todos ustedes es impresionante. El valor de poder encontrar grupos de potenciales consumidores con gustos comunes tan focalizados como queramos es infinito. Los productores están dispuestos a matar por información de este tipo.

Imaginen lo que pagan las empresas por avisaje en televisión, donde no tienen cómo elegir a los espectadores que los ven. En este nuevo mundo, la publicidad irá directamente a los interesados en esos productos, y llegará sin que se note. Aparecerá como novedades en sus pantallas de bienvenida o como resultados de búsquedas lejanamente relacionadas.

Por mientras, gigantes como facebook y google, recolectan y recolectan información sobre todos nosotros. En los rankings de usuarios, Chile (y muchos países latinos) figuran siempre en los primeros lugares como usuarios masivos de estos sistemas. Peor que la CIA y la CNI, estos nuevos monstruos cuentan con nuestra cooperación, y les entregamos voluntariamente nuestra vida y costumbres sin restricciones. Google, por ejemplo, tiene un pésimo hábito: si ustedes se identifican como usuario de Gmail, Google hace que el navegador recuerde quienes son ustedes, y sus búsquedas de ahora en adelante ya no son más anónimas. Todo lo que buscan, todo lo que cliquean desde las búsquedas ahora queda asociado con su perfil de usuario. ¡Cuidado con andar buscando páginas pornográficas después de leer su mail!

Una de las ideas más potentes de Facebook es el ir armando redes sociales. Imaginen la red de contactos que se arma conectando los conocidos de cada uno, con los conocidos de los conocidos, y así infinitamente. A partir de un solo usuario, podemos encontrar redes enormes de personas. Si sumamos a estos grupos sus gustos, sus hábitos, sus mails, sus compras y opiniones, obtenemos grupos objetivo muy bien clasificados y discriminados para dirigirles mensajes, publicidad o simplemente, estudiarlos.

Peor aún, Facebook acepta que los usuarios instalen aplicaciones en sus cuentas, que tienen acceso a los datos personales. Aunque confiemos en Facebook mismo, ¿qué confianza podemos tener en aplicaciones de terceros? Las aplicaciones son programas escritos por otros que ejecutan en nuestro espacio Facebook, con acceso directo a todos nuestros datos y que muchas veces pueden actuar a nuestro nombre. Mientras contestamos una encuesta estúpida para saber qué tipo de animal somos, ¿cómo sabemos que esa misma aplicación no está robando nuestros datos y nuestra red de contactos?

Busquen en Facebook una opción para borrar su cuenta. Verán que solamente hay una opción desactivar, que no borra los datos. Esto lo promocionan como una buena idea para que ustedes puedan arrepentirse más tarde y recuperar todos sus contactos y configuraciones. Al principio, no había forma de borrar una cuenta. Ahora, para borrar todo, hay que llenar un formulario y enviarlo a Facebook para pedirles a ellos que los borren. ¿Qué muestra esto? que lo más valioso para Facebook no es que ustedes lo usen, sino que le permitan disponer de su información.

Creo que hay que comenzar a valorizar nuestra información y a cuidar a quien se la entregamos. Navegar en Internet en forma anónima y confiada es un privilegio que tal vez terminemos perdiendo. A mi no me gusta nada que los sitios web me reconozcan y me saluden ofreciendo productos que yo no he solicitado. Pero mucho peor será cuando todo Internet sepa sobre nuestra última conversación por mail, nuestra última compra y nuestro último examen médico.

Un amigo mío una vez recibió un mail desde la empresa Google pidiéndole una entrevista para trabajar allí porque habían encontrado interesante su currículum. El problema era que él nunca postuló ni envió su currículum. Simplemente lo "encontraron" en la web. Escalofriante, ¿no?

Nuestra única ventaja en esta guerra por robar nuestros datos, es que todavía no existe la tecnología capaz de utilizar las montañas de datos que genera Google, Facebook y sus amigos en forma coherente y sistemática. Los datos aumentan más rápidamente de lo que ellos son capaces de procesar.

Al menos por ahora...





Jose M. Piquer 2008-08-01