La Innovación y la Juventud Chilena




José M. Piquer


A Chile le ha ido bien en estos últimos años. La economía ha crecido fuertemente y todos los chilenos tienen hoy mucho mejores oportunidades que las que tenían 20 o 30 años atrás. No sé si somos más felices, al parecer la felicidad y la economía no tienen mucha correlación, pero al menos a mí me parece que la gran mayoría del país quiere seguir en este camino de crecimiento rápido y está comenzando a exigir su parte del bienestar económico que se les había prometido. Pero seguir creciendo se ha vuelto más difícil ahora y parece claro que, haciendo más de lo mismo, no lograremos mantener el ritmo que la sociedad está reclamando.

Para pasar a una nueva etapa de crecimiento rápido, Chile necesita crear empresas, crear ideas nuevas, desarrollar productos creativos, tomar la investigación de laboratorio y transformarla en productos comerciales. Todo eso se ha agrupado en un término de moda, que todos pronuncian en los discursos, que suena muy bien pero nadie sabe cómo se hace: la innovación.

Cuando uno mira las empresas exitosas chilenas, las más grandes generadoras de riquezas para Chile, resulta que todas ellas están ligadas a una explotación racional y muy eficiente de recursos naturales o de productos y servicios muy tradicionales. Esto lleva a preguntarse con preocupación: ¿y si los chilenos somos poco innovadores por naturaleza? En la fascinación maniaco-depresiva típica de Chile, nos da pánico que las respuestas sean negativas y estemos condenados a seguir siendo un patio trasero del desarrollo para siempre.

Cuando uno mira el otro lado de Chile, el de la micro-empresa, el de los maestros que arreglan todo con un alambrito y el de los jóvenes que sueñan e inventan ideas nuevas tragando y consumiendo tecnología y ancho de banda como nadie en el mundo, parece haber en Chile una energía creativa enorme que debiera poder transformarse en innovación.

Existe una extraña contradicción entre estos dos mundos. Los chilenos son enormes consumidores de facebook (décimo país con más usuarios en el mundo) de fotolog (primero en el mundo), y cuanto sistema de difusión y comunicación se crea, pero las empresas son lentas en incorporar tecnología en sus procesos. Los universitarios son creativos y salen a la calle para cambiar el mundo, y después son empleados aburridos que sólo quieren ganar un buen sueldo sin trabajar mucho. Si un micro-empresario conoce el éxito por un producto innovador y vende su negocio en una gran fortuna, seguro que invierte lo ganado en recursos naturales o bienes immobiliarios.

En todo este universo de complejidades, yo apostaría a la juventud universitaria chilena. Nunca he conocido gente más creativa, innovadora y arriesgada que un estudiante recién egresado. Resulta un crimen contratar a ese motor innovador en un puesto de funcionario intermedio en una enorme empresa tradicional y, peor aun, pagarle un buen sueldo a cambio de que anule todo su potencial.

Si pudiéramos incentivar a esos chicos a que desarrollaran productos, que crearan sus propias aventuras en función de sus necesidades como usuarios avanzados de estos nuevos sistemas y creyeran (ellos y sus padres) que este camino es mucho más rentable para ellos y para el país.

Tengo la convicción profunda que en ese grupo está todo el potencial de innovación que Chile necesita, y que hoy lo estamos perdiendo.

Sobre este documento...

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The command line arguments were:
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The translation was initiated by Jose M. Piquer on 2008-07-16


Jose M. Piquer 2008-07-16