A este país le falta energía

José M. Piquer

Aquí todos son mestizos, incluso en las clases altas. No lo admiten, por supuesto. La sangre indígena se esconde como la plaga. No los culpo, los indios tienen fama de sucios, ebrios y perezosos. El gobierno trata de mejorar la raza trayendo inmigrantes europeos. En el sur regalan tierras a los colonos.

Hija de la Fortuna -- Isabel Allende

La crisis eléctrica en Chile nos muestra mucho sobre nuestra propia realidad, probablemente mucho más general que el caso puntual de la energía. Los profesionales chilenos tenemos tendencia a enorgullecernos de lograr hacer las cosas relativamente bien a costos muy bajos. Esto comienza desde jóvenes. Por ejemplo, en la universidad existe una fuerte tendencia a admirar a los que sacan notas aprobatorias sin ir a clases y estudiando lo menos posible. Son mucho más heroicos que los mejores estudiantes, que sacan las mejores notas, porque esos estudiaron mucho. Obtener un premio tras haberse esforzado mucho por lograrlo es casi como hacer trampas. De ahí nos vamos acostumbrando a sentirnos orgullosos de ser mediocres.

Luego, en el ámbito profesional, esto se repite. El más admirado siempre es aquel que logra mucho invirtiendo poco. Hacer una autopista siguiendo las normas y gastando un presupuesto razonable es mal visto. Mucho mejor es ahorrar costos y hacer una autopista con pistas mal diseñadas, estrechas y fea pero muy rápido de modo de ganar los premios del alcalde de turno.

El profesional ideal es el que amarra una maqueta de 40 pisos con alambritos que la sostengan justo hasta que se venda completa. Crear la ilusión de servicio, de calidad, de profesionalismo. Un país de utilería, para atraer los capitales extranjeros. Maestro de la ilusión, David Copperfield que se queda sin agua, quema la turbina y baja las tarifas.

Empresarios de papel, magos de las finanzas que compran barato y venden a medias, que solo gastan en publicidad y en promotoras pero nunca en tecnología. Chile Holywood.

En este cine-circo, resulta difícil cambiar a los actores. Porque todos están involucrados. Desde el gobierno que luego de un año decide tomar medidas inmediatas enviando un proyecto de ley, hasta el parlamento que lo tramitará varios meses, hasta las empresas generadoras que solo están preocupadas de venderse al mejor postor así que no se han ni enterado, terminando por el clima de comedia que tenemos que seguramente arreglará todo con lluvias antes que ningún comediante haya hecho nada útil.

Por mientras, el país intenta avanzar, intenta crecer, intenta desarrollarse. Pero nuestra batalla cotidiana contra el ilusionismo reinante nos distrae todas las energías: esperando al profesional que nunca llegó, prometiendo imposibles para parecer serios, nunca diciendo que no para no espantar al cliente, comprando nuestros generadores, nuestras motobombas, enviando papeles por mano, jugando a ser proveedores de Internet y de telecomunicaciones.

Para lograr un cambio global, falta mucho, pero podemos empezar cambiando nuestra esfera de influencia. Como profesionales informáticos, los invito a cambiar su actitud. Hagamos planes realistas, con costos realistas. No importa que seamos un poco más caros que la competencia, siempre que podamos ser mejores. Dejemos de revender el ancho de banda 10 veces cuando somos proveedores de comunicaciones. Tengamos planes de contingencia, respaldos y planes de desarrollo. Dimensionemos los costos y las inversiones con objetivos a mediano y largo plazo. Conversemos con los otros interlocutores y coordinemos esfuerzos, aunque sean nuestros competidores. Dejemos de lado esa competencia primitiva que nos llevó a pelear a combos arriba del Everest. Si lo que el cliente pide no se puede hacer, digámosle no. No cambiemos de empleador en medio de un proyecto que es nuestra responsabilidad.

Seamos serios. Dejemos de ser payasos de un circo donde ya nadie se ríe.





José M. Piquer
Sun May 16 20:11:11 CLT 1999