Las Universidades, la Investigación y la Formación

José M. Piquer

Joven amigo: ¿Se siente revolucionario? ¿Cree que la hora se acerca para nuestros pueblos?
En ese caso, proceda CON SERIEDAD. La revolución no es un juego. Cese de reir. NO SUEÑE. Sobre todo NO SUEÑE.

Último Round, Julio Cortázar.

La universidad es una institución longeva e increíblemente sólida. A pesar de todas las críticas que se puedan hacer, hay algunas imágenes muy fuertes asociadas a una universidad que han perdurado. Cuando nos toca trabajar con empresas externas, existe una profunda confianza en nuestra independencia e integridad, que de alguna forma son la base de la Universidad de Chile. Una fuerte libertad académica sigue existiendo en nuestro espacio, lo que permite que escribamos estas columnas sin miedo a criticar a nuestros empleadores, ni a nuestros principales clientes. No hay muchas instituciones (ni universidades) que permitan esta libertad, y eso es en definitiva lo que permite nuestro crecimiento y nuestra credibilidad.

Sin embargo, existen muchas críticas en torno a nuestra misión, tal vez porque ésta no está muy bien definida. Se supone que la universidad debe entregar conocimiento (educar), crear conocimiento (investigar) y transferir conocimiento (extensión). La pregunta es, ¿no será mejor tener organismos especializados en cada misión? Universidades docentes, institutos de investigación y centros de transferencia tecnológica podrían suplir estas funciones. Mi experiencia en esto es que es mucho mejor juntar estos roles en un solo lugar. Los estudiantes son una fuente inagotable de conocimiento y de nuevas ideas, y conforman una fuerza innegable de la universidad. Ver la educación como un esfuerzo en una sola dirección (del profesor al alumno) es una simplifación de una relación mucho más rica y compleja. En particular, la investigación en el mundo entero se nutre de los estudiantes (en particular de postgrado) y la transferencia tecnológica también resulta una experiencia importante si se apoya la formación temprana de empresas a partir de la universidad. Este rol de los estudiantes es lo que diferencia las buenas de las malas universidades, y por ello es que es imposible tener una buena universidad con malos estudiantes. Si no atraemos a los mejores estudiantes del país, no seremos tampoco la mejor universidad.

Creo que el modelo de la universidad actual, integrando docencia e investigación tiene un potencial enorme. Yo le integraría también un rol de extensión y transferencia de modo de completar sus misiones, y ampliaría el concepto de carrera académica de modo que contemple las tres funciones, valorando en igual forma sus aportes. El académico ideal es el que realiza estas tres funciones en diversos momentos de su vida, pero probablemente es aceptable alguno que se especialice en una en particular.

La universidad del futuro es como una especie de empresa del conocimiento, donde no puedo contentarme con tener buenos investigadores. El rol que el país requiere de la universidad es mucho más profundo, y requiere de académicos capaces de hacer buena docencia y de apoyar a la sociedad en sus proyectos más ambiciosos.

El ejemplo que tengo más a mano es el rol que cumplimos en Internet, realizando las primeras comunicaciones internacionales, mostrando al país la tecnología y sus posibilidades para luego jugar un rol de intermediarios en todos los conflictos sucitados en torno a la comercialización de la red, incluso entre REUNA y la Universidad Católica (donde logramos actuar independientemente de la misma Universidad de Chile que participaba en REUNA) o posteriormente en conflictos de nombres de dominios que involucraban a empresas, gobierno, etc.

Estoy seguro que existen muchos ejemplos equivalentes en la diversas áreas que cubre la Universidad de Chile, donde anónimos académicos de múltiples departamentos cumplen estos roles, independientemente del rector de turno, del gobierno y de las presiones económicas. El aporte que estas actividades hacen a la sociedad entera son tanto o más importantes, en definitiva, que la docencia directa de cursos o la investigación pura. Por ello es que creo que hacer una universidad es mucho más que construir un edificio y dictar algunas clases. También creo que pasar un periodo de nuestras vidas en un ambiente universitario real, es una experiencia que forma parte de la formación profesional requerida.

Para que Chile complete su fase de desarrollo, debe pasar a un nivel de desarrollo tecnológico superior, y ello requiere de un esfuerzo de investigación y desarrollo acorde a ese desafío. Sin embargo, no se vislumbra ningún plan en esa dirección, cuando los fondos asignados a CONICYT disminuyen, no existe ningún esfuerzo privado en esa dirección y en definitiva no existe ningún fondo serio disponible para estos esfuerzos. Mejorar la educación escolar es un objetivo importante. Pero pareciera ser a costa de la investigación y la eduación superiores.

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José M. Piquer
Thu Nov 13 21:30:07 CDT 1997