El año 2000 ya no es lo que solía ser

José M. Piquer

Las utopías son implementables. La vida avanza hacia las utopías. Y tal vez un nuevo siglo comienza, un siglo en que los intelectuales y la clase educada soñarán con como evitar las utopías y volver a una sociedad no utópica, menos ``perfecta'' y más libre.

Nicolás Berdiaeff, en el Prólogo a Un Mundo Feliz, de Aldous Huxley, 1969.

No deja de ser notable estar viviendo en el año 2000. Yo recuerdo cuando niño haber calculado la edad que yo tendría ahora, y haber concluido, con asombro, que era posible que aun estuviera vivo (aunque me imaginaba enormemente viejo). Era la época de la película 2001 Odisea del Espacio, y nos imaginábamos un mundo completamente distinto. Curiosamente, imaginamos muchas cosas que nunca se cumplieron, como viajes cotidianos al espacio, y nunca imaginamos cosas que hoy existen como Internet. Sin embargo, el rol de la computación y los problemas que podía llegar a causar ya se enunciaban con claridad en la película. Aunque en un contexto muy diferente, basado en los riesgos de la inteligencia artificial, la película hizo famoso al computador Hal 9000 y su frase imborrable: ``I'm afraid that I can't do that'' cuando el astronauta le pide, desesperado, que le abra la escotilla de la nave.

Afortunadamente, la inteligencia artificial ha resultado un hueso más duro de roer de lo previsto, así que los computadores porfían rebooteando a cada rato pero nunca con malas palabras, ni con actos de rebeldía.

Sin embargo, lograron asustarnos. Y2K nos persiguió, nos hizo trabajar, hablar, explicar y confesar todos nuestros pecados. Nos hizo gastar dinero y esfuerzo, pero más que nada, nos asustó a todos.

A pesar que muchos de nosotros pasamos varios meses repitiendo que todo estaba bajo control, que no había de qué preocuparse, internamente creo que todos caímos en algún momento en un asomo de pánico y preguntarnos: ¿y si no es cierto? El pánico es extremadamente contagioso, y resulta difícil hasta para el más racional de los seres humanos escapar a sus garras cuando se masifica.

Gente muy importante del planeta predicaba el desastre. Algunos eran presa del pánico. La pregunta entonces era válida: ¿éramos capaces de enfrentar un problema informático masivo? Las estructuras sociales van creciendo en complejidad a medida que la sociedad se desarrolla. Así mismo, las cadenas de producción generan enormes dependencias que podían propagar fallas aisladas hacia el sistema completo. Como buen sistema caótico, una caída parcial del sistema podía arrastrar consigo al país completo. Siempre existe la duda de poder mantener el control. ¿Hasta qué punto la malla de dependencias informáticas había superado a sus creadores? Aun conociendo el error, no sabíamos si íbamos a ser capaces de arreglar el sistema completo, porque no sabíamos donde buscar.

A fines de 1998, todos opinábamos que estábamos atrasados, los bancos habían desarrollado un plan, pero nadie más se había preocupado del tema: ni el gobierno, ni las empresas. Curiosamente, a la chilena, partimos tarde y terminamos primero.

Creo que el grupo que formó el gobierno, en el que me tocó participar, ha sido la experiencia más masiva, exitosa y compleja en la que he participado nunca. Se juntó un grupo grande de asesores privados y de la Universidad de Chile quienes trabajaron bajo la coordinación de Mideplan. Yo ya le he dicho antes, pero algo que siempre he temido es la reunión de muchas inteligencias y liderazgos en un proyecto, porque típicamente se anulan en vez de sumarse. En esta oportunidad, el trabajo avanzó, las complejidades se superaron y, dentro de todo, se terminó exitosamente.

El año nuevo lo pasamos preocupados, pero sin novedades. Entonces vino la contra marea, o la depresión post-Y2K. ¿Habremos exagerado? ¿Gastamos mucho?

Lo que a mí me queda claro es que el error existió. Tuve que corregirlo en varios lugares de mis propios sistemas, y todavía tengo problemas idiotas en algunos softwares (inútiles, en todo caso) que se rehúsan a manejar bien la fecha actual. En ese sentido, me alegra profundamente que hayamos demostrado que todavía somos una especie capaz de arreglar los problemas que creamos. Me enorgullece que hayamos podido trabajar en grupo, superar nuestras diferencias, cooperar en resolver un problema complejo y que, finalmente, el año nuevo haya pasado sin pánico.

Las lecciones son múltiples, y los informáticos tenemos que recordar esta experiencia para evitar errores masivos estúpidos como este para la próxima vez. Como país, podemos ahora confiar que se pueden generar esfuerzos conjuntos cuando es necesario, y que somos capaces de resolver nuestros problemas.

Ahora podemos respirar, mirar hacia el futuro, y relajarnos nuevamente. Lo único seguro es que, querámoslo o no, echaremos de menos al 2000.

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José M. Piquer
Wed Mar 15 21:04:59 CLT 2000